viernes, 3 de agosto de 2007

El verano de las campanas

Se acabaron las vacaciones. La existencia de H. ha cambiado bastante la manera de ir y de estar de vacaciones. En primer lugar, han sido 15 días, que desde que era pequeño e iba con mis padres a Gandía no estaba tanto tiempo seguido. Siempre hemos optado por minivacaciones de 7 o 10 días. Y luego ha sido el ritmo. A H. el coche le gusta lo mínimo, y una ermita románica o una cadena montañosa no se pueden comparar para él con unas olas, con la arena y un buen tobogán. Así que excursiones, pocas y a los alrededores, y el resto, a dejar pasar el rato.

La experiencia ha sido muy buena. No he sentido esa desagradable urgencia de otras veces por ir a ver no sé qué pueblo; aunque siempre me he considerado un viajero tranquilo, pero tenía el runrún por ahí dentro. Y he disfrutado mucho del niño, de la zona, del ambiente fresco del atardecer cántabro, y he podido hacer cosas que nunca hubiera podido, como comprar el periódico (cada día una “marca” distinta, para que me manipulen menos), y ademas, ¡leerlo!. Y terminar una novela e hincarle el diente a otra ( sí, querida M., intentaré hacer un hueco para un par de crónicas en nuestro Wiki).

En resumen, hacía tanto tiempo que no desconectaba tanto en unas vacaciones. ¿Y la vuelta? Pues regulín, porque el calor de estos parajes donde vivimos es insufrible. Y es que el mar es una cosa muy tremenda, que siempre me deja tocado al volver a esta tierra seca. Yo quiero vivir junto al mar, querida A. ¿Por qué no coges la plaza de Canarias y lo mandamos todo al #%¬&&?

Ah, y lo del verano de las campanas viene a cuento porque ha sido la obsesión de mi peque de esta aventura, desde que las escuchó atronadoras encima de su cabeza en un monasterio de Lerma, camino de Cantabria, y casi se desmaya del susto.

1 comentario:

Brujitecaria dijo...

No me extraña que H. se impresionara con las campanas. Uno de mis mejores recuerdos es de una semana que viví en Florencia en un camping en el piazzale Michelangelo, y del sonido de las campanas entre los olivos. Creo que ahora se llama Michelangelo antes me parece que Olavide, lo he encontrado en Internet.
Y si, el mar es algo irreemplazable. Como dijo el poeta: La mer, la mer toujours recommencée (Paul Valéry, como seguro sabes).
Y yo también he desconectado, sin niño ni salir de mi pueblo serrano, debe ser que la mucha tensión de este año ha favorecido el desenganche rápido