jueves, 9 de agosto de 2007

Cinéfilo, más que cinéfilo

Dice mi colega N. que él no es cinéfilo, que a él lo que pasa es que le gusta mucho ver películas. Yo le entiendo, porque he pensado muchas veces lo mismo de mí, y alguna vez lo habré dicho por ahí. Es normal: no queremos que nos tomen por esos aburridos y a menudo maniáticos seres que pululan por las filmotecas y cines de V.O.S. y con ciertos críticos para los que solo existen las películas francesas e iraníés. Yo dejé de ir a esos sitios por no aguantar su insufrible presencia y apariencia (bueno, eso, y la familia).

Pero, a ver, seamos serios, amigo N. ¿qué nombre le darías a una persona que ve y disfruta de una película muda danesa, o una japonesa de los años 50? O cinéfilo o freakie. Así que estamos condenados a que nos tachen de eso, de cinéfilos, y que nos metan en el mismo saco de los exquisitos que tanto odiamos. Lo malo es que pensarán que nos creemos mejor que todos porque nos gusten esas películas. Yo aún recuerdo que un compañero me dijo "Bueno, es que yo no soy un intelectual como tú. Yo soy normal", solo porque se me ocurrió decir que a mí sí gustaban las películas de Woody Allen. Mi querida media naranja y mi hermano se asombran, en cambio, porque lo veo todo y me gusta todo.

En fin, yo pasé un rato entretenido viendo el Código da Vinci, pero sigo recordando las perdurables imágenes de la última y espléndida película de Bergman que pasaron por la tele el otro día, aunque no se la recomendaría a nadie, sobre todo, si no ha visto nada de él. Pero es mi vicio secreto (ya no, estoy escribiendo en un blog), y puedo pasar sin hablar por ahí de pelis raras.

1 comentario:

Brujitecaria dijo...

Si pertenecieras a mi generación sabrías lo que es un pedante cinéfilo y las películas de cineclub coñazos que nos podemos haber tragado: así estamos como estamos... Entre que había que ver cosas comprometidas y seguir a los directores de culto, pues íbamos aviados. Aún así, la mayoría hemos tenido la suerte de que el cine nos sigue pareciendo sueños enlatados y todavía vemos algunas, incluso de Bergman. Y claro como somos más intelectuales que normales, también disfrutamos del Nosferatu de Murnau, que yo tuve la suerte de ver en un pase magnífico con música en vivo. No, simpático, no fue en su época, ha sido hace dos años...