lunes, 27 de abril de 2009

Que me voy a poner cursi

Es que las circunstancias obligan. Voy paseando con mi niña pequeña, que está para comérsela, y pasamos junto a unos cuantos bancos. La niña va andando mirando a las personas que están sentadas, y no le veo la cara. Pero sí veo las de la gente de los bancos, algunos con caras serias (la crisis está azotando fuerte en este barrio), y a medida que pasamos, lo que veo es que a toda la gente se le enciende una sonrisa cuando pasa la nena junto a ellos. ¿No es para ponerse cursi? ¿No es para pensar que la cara de Ana es un espejo de esa parte armoniosa y relajada del alma de todos nosotros, esa que hace huir a las preocupaciones? ¿No es para pensar acaso que se reflejan en sus caras la sonrisa sin motivo, natural y transparente de la cara de la niña?

miércoles, 15 de abril de 2009

Pan y quesito


Hoy he vuelto a comer pan y quesito. Según Internet (qué grande es esto, Dios mío!, cómo pudimos vivir sin ello), es la flor de la acacia robinia. Para mi infancia era "pan y quesito", y para la de algunos más también lo era, porque la foto la he encontrando poniendo eso. Íbamos esta tarde caminando y una acacia totalmente robinia me ha acercado una de sus turgentes ramas y me ha ofrecido el manjar infantil y gratuito. Un saltito y me he agarrado un racimo, y me lo he comido. Amalia ha opinado que soy un salvaje por arrancar unas hojas a las bravas, dando un salto, y comer el fruto en plena calle. Que ya no soy un chiquillo, hombre!!!.

Pero lo que ella no sabe es que no he sido yo, sino él, el chiquillo, el que ha saltado y se ha comido las exquisitas florecillas. El adulto responsable y timorato es el que ha sentido la punzada de la precaución pensando lo sano que puede ser una flor crecida ahumada por el tráfico de Ciudad de Barcelona y los mortíferos plaguicidas que probablemente haya recibido. No se parecía en mucho a las condiciones en que tomaba yo el pan y quesito de mis años verdes.

Por esta vez, ha ganado el chiquillo, que tomó hace muchos años al asalto los mandos del instinto y la espontaneidad. La próxima me contentaré quizá con mirar y recordar con nostalgia y todo eso. Pero como me pille en el campo salvaje me como el árbol hasta con raíces, vamos.