Vaya semanita. Mucho trabajo, muchos líos, J.L. va y me dice que tengo el blog abandonado. Toda la semana con algunos temas rondando la cabeza pero sin tiempo ni muchas ganas para sentarme a escribir. ¿Dónde está el optimismo ese de la voluntad?
En fin, a todo esto, de sorpresa, sin avisar, va y llega mi 34º cumpleaños. Me tuve que quedar a trabajar un poco más tarde, pero fue un buen día pese a todo. No se lo confesé a nadie, porque me daba vergüenza, pero me sentí bien.
Cualquier día de cumpleaños surge la tentación de pararse a mirar alrededor y a mirar atrás, y a mirar hacia dentro. Yo lo hice un rato, casi sin querer. Y ahora viene de lo que más me avergüenzo. Me gustó lo que vi. Me encuentro bien, en plena forma. Nunca he estado tan bien y tan en paz conmigo mismo, y me he sentido tan confiado. Me va un tanto de apuro sentirme así. Pero hace no muchos años (bueno, unos pocos sí) yo era un desastre, mi autoestima muy frágil, era un tipo pusilánime, tristón, caminando siempre en terreno resbaladizo; cualquier pequeña contrariedad o metedura de pata me sumía en una crisis de seguridad.
Me da pena mirar hacia atrás, mirarme a mí, a ese chiquillo de 20 años enfrentándose al mundo. Y hoy me encuentro bien, asentado, con un sitio, conozco mis flaquezas, los caminos que descienden. Es importante conocer dónde fallas, tener un mapa detallado de los descensos al abismo para poder reirte de ellos.
Me gustaría pensar que ya no hay vuelta atrás, que la solidez que siento por dentro va a soportar los balanceos que llegarán, porque a todos nos llegan, viene en el prospecto. Y ahora viene H. y X. detrás de mí y me siento en disposición de guiarles en la medida de lo posible hacia donde creo que hay que tirar. Y por supuesto que tengo miedo a equivocarme y a hacerlo mal, pero ya no es lo mismo.
Así es que bienvenidos 34. Me caeis muy bien, mejor que los 18, 20, 25.. Ojalá que siga así. Por supuesto que sigo queriendo cosas, como que me den de una puñetera vez mi casa, o que pueda volver a jugar al fútbol sin que este cuerpo de cristal se vuelva a romper.
¿Todo esto lo sentiré de verdad o es sólo que me voy de vacaciones al fin?
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3 comentarios:
Hola, treintaycuatroañero. Es lógico que te sientas bien, y también es curioso lo que pasa, que siente uno como vergüenza o miedo cuando se siente bien. Vergüenza, porque la felicidad sencilla tiene muy mala prensa y parece que te tienes que sentir culpable por todos aquellos que no son felices. Y miedo porque, mirando alrededor, parece mentira que no te hayan tocado ninguno de los "jinetes de la pocaleche" (versión malagueña de los jinetes del apocalipsis): me he tirado gran parte de mi infancia calculando que a lo largo de mi vida seguro me tocaría una horrible guerra...
Sólo sé feliz ahora y si como dices te sientes preparado para enseñar el camino a H. y X., hazlo y disfrútalo.
Feliz cumpleaños, majo y no seas tan tímido y cuentanoslo
Hala! yo no sabía que fue tu cumple! ni tampoco que tuvieras blog! qué guay! Bienvenido. Besos
Hola, Blanca, bienvenida mi rincón. A mí es que me da una mezcla de vergüenza y de alegría decirle a alguien de la existencia de este blog. Fíjate que hasta hace poco no lo sabía ni Amalia
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