martes, 3 de julio de 2007

Elogio de la ignorancia

Quiero hacer un elogio de la ignorancia. Quiero recuperar el valor de la incertidumbre. Quiero que se valore positivamente el que alguien exprese que no es capaz de dar una opinión sobre un tema porque no lo conoce, o porque, aun conociéndolo, no puede formular un juicio porque el asunto es muy complejo. Y digo esto porque lo contrario es lo que abunda y de lo que uno se cansa. Que estoy un poco harto de escuchar tajantes opiniones sobre temas complejísimos, porque es más fácil y llama más la atención saber de todo, de cualquier cosa tener una opinión, y mucho mejor si ésta es a favor o en contra, y de paso, condenar al que opina en tu contra al abismo de los herejes.

He de reconocer que una mis convicciones más firmes es la imposibilidad de tener una firme convicción sobre algo, que no existe la verdad absoluta, que diversas opiniones son entendibles, aunque no las compartas, que el mismo aspecto se puede defender desde dos puntos de vista totalmente distintos. ¿No habéis jugado internamente a intentar defender una postura totalmente contraria a lo que normalmente soléis defender, o a justificar una acción que hace solo unos momentos os parecía indefendible? No sé si recomendarlo porque tales juegos llevan a un terreno de inseguridad algo resbaladizo.

Pero lo que quiero decir aquí es que si alguien os dice que no está seguro de algo, que no tiene suficientes datos, y le oís opinar con cautela, sin tremendismos, hay que escuchar y valorar a esa persona. Porque lo abundante es creerse en posesión de la verdad y el conocimiento. Y el hijo natural de esta postura es despreciar o no escuchar la opinión de los demás. Y esto sí es el síntoma de estos tiempos de locos que vivimos, esa sordera a lo que te están contando, porque estamos muy ocupados con nuestros trascendentes asuntos.

6 comentarios:

Brujitecaria dijo...

Muy paranoica la postura de colocarse en el punto de vista contrario, pero aunque ayuda a entender al otro no te libra de la bilis negra, que es esa que se te produce todos los días de luchar contra los otros y contra ti mismo.
Ya lo dijo el poeta: Dos cuchillos son mi alma: uno blanco y otro negro, ¡Ayúdame, ayudame, que el blanco se está muriendo! El poeta era Fernando Merlo.
Y si, yo que soy excesiva por naturaleza y de todo tengo enseguida opinión aunque sea equivocada, admiro mucho a la gente discreta y también a veces me sacan de quicio.

Ricar2 dijo...

Yo solo quería romper una lanza en favor de los indecisos, que suelen estar mal vistos

Brujitecaria dijo...

Y yo solo he dicho, de modo excesivo, que estoy de acuerdo contigo

Brujitecaria dijo...

Aqui la preconstitucional (de la Pepa de 1812). No es que sea mayor, soy antigua ya hace mucho tiempo, pero me río yo de los modernos: ja, ja, ja.

Unknown dijo...

Jo Richi, cuánta razón hay en tus palabras.
Yo soy de la escuela de Marina: de muchas palabras prontas. Admiro también la indecisión y la cautela.
Tengo un amigo que suele responder muy a menudo ante grandes preguntas que suelen ser objeto de discusiones: "yo, la verdad, aún no tengo una opinión formada sobre el tema"

jandriya dijo...

Je, je...
Totalmente de acuerdo, ya lo sabes. Y aunque Marina diga que es algo paranoico, yo también "juego" a eso de defender lo indefendible. Mas que jugar, yo diría que no puedo evitar intentar ponerme en el lugar del otro, pues haciéndolo así, a veces se entienden posturas y opiniones que un rato antes parecían absurdas...¿El precio? Que me hayan acusado a veces de ambigua o de "no mojarme" lo suficiente.