lunes, 26 de enero de 2009
El remedio contra el metal
Hay un sonido aún mejor que el escuchar la risa de mi hijo, y es escucharle partirse de risa. Con un par de gansadas, y no se aguanta, se queda ahí expectante a que repitas una y otra vez la broma de la trompeta que suena mal, la del muñeco que no sabe colocar un cuento, y entonces explota la risa incontenible que le impide respirar. En un día como hoy, con el trabajo, ahora incómodo y pesado, dejando un sabor metálico en la boca, su risa irrefrenable, contundente, en una tarde especialmente afortunada, salva la jornada y todo parece otra vez brillante y ordenado.
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4 comentarios:
Estás hecho un padrazo. Tus hijos tienen suerte de tenerte y tú de tenerlos a ellos.
Estás un poco triste, me parece, y por eso es tan importante la risa de tu hijo. Si te sirve de consuelo, es difícil estar alegres con las perspectivas y las perpetuas amenazas de futuro. Y con el avance irremediable del tiempo. Pero que sepas que ha habido, habrá y hay muchas personas tristes que se alegran con la risa de un niño, se a o no su hijo. No estamos solos
Me gusta mucho leerte, Ricardo. Hoy diría muchas cosas porque tengo un día melancólico así que para no hacerme pesado, te pongo una greguería de R.G.de la Serna:
Amor es despertar a una mujer y que no se indigne.
Bueno, dos greguerías:
Cuando la mujer pide ensalada de frutas para dos perfecciona el pecado original.
Tu compi J.L.
Prueba
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