domingo, 25 de enero de 2009

Una bomba llamada Víctor

Quizá una de las enormes aportaciones más impresionantes de Einstein a la ciencia fue el aplastante E=mc2. Lo que quiere decir es que la energía de un cuerpo viene dada por el producto de su masa por una constante universal al cuadrado, que resultó ser la velocidad de la luz. Es decir, si quieres saber la energía que hay en tu cuerpo debes multiplicar tu masa por el cuadrado de la velocidad de la luz. Más o menos, podemos resumir que en cada uno de nosotros se esconde la energía de unas 70 veces la bomba de Hiroshima. Así de bestia.

El miércoles pasado nació una bomba muy especial, llamada Víctor, mi sobrino/nieto. Le costó salir, pero salió, con esas ganas de nacer que tienen las bombas, y después ya se quedó con esa cara de impasibilidad, de sabiduría un tanto arrogante que tienen los bebés. Esta bomba de vida incontenible que es Víctor es especial porque nace para vengar aquellas otras que tanto daño nos causaron. No me puedo explicar su nacimiento sin aquellos otros momentos durísimos que vivimos, nace para vengarnos a todos los que de algún modo estuvimos en ello. Es una revancha total, una victoria incontestable. Es una bomba rabiosa, átomos unidos por la física de la lucha por la vida, de los labios apretados, de las lágrimas vertidas. Esta es tu obligación, vivir y reirte por todos nosotros.

1 comentario:

Brujitecaria dijo...

¡Anda, si tu también tienes sobrinonietos, tan joven!. Yo tengo cientos, y todos ellos bombas con nombres más o menos apropiados: Victoria, Piedad, Antonio, Javier, Mateo, Fernando... ¡yo que sé cuantos!. Es curioso, yo que con los niños tengo una relación curiosa (no todos me gustan, como los adultos) con los sobrinonietos pierdo un poco el norte. Son y no son mios y los quiero