jueves, 20 de diciembre de 2007

Blues de un barrio nuevo (I): Todo vale

Una característica inesperada de vivir en un barrio nuevo en las afueras es la transgresión rutinaria y cotidiana de las normas de vida social antes sagradas. Parece que el vacío, los fantasmales edificios en construcción, la ausencia de tráfico, invita al olvido de las costumbres y de las leyes.

Todo empieza con el tráfico. El encargado de ordenar el tráfico decidió que en este barrio no se puede girar a la izquierda y prohibió todos los giros en este sentido. Además, plantó las calles de stops que en este momento no tienen ninguna utilidad. De modo que, al principio con cautela, y luego sin miramientos, coger el coche e ir a comprar el pan significa romper 4 o 5 reglas de tráfico que antes eran impensables.

Luego fue la basura. No teníamos cubos. Por supuesto, no había (no hay) contenedores de vidrio y papel. Y tienes basura poco frecuente. Este escombrito.. ¿a dónde va? Así que todo junto. Tantos años de exquisitez de biológico/envase/cartón, etc..., arruinado en unos pocos días. Ahora que ya tenemos cubo amarillo, no sé, cuesta volver a la rigidez antigua.

Y después, otras costumbres extrañas: salir con zapatillas a tirar la basura, dejar una enorme caja de cartón enfrente del portal, colarte en el metro. La gente deja cosas por el medio, no cierra la puerta de casa, el portal no se cierra nunca, la puerta del garaje ha estado abierta una semana. No sé, es una especie de territorio sin ley, una zona muerta, una tierra de nadie, un romance fronterizo. Cuando me enteré de que habían atracado el Ikea a punta de pistola en plena hora punta, casi no me extrañó: es normal, da igual, aquí puede pasar de todo, la civilización aún se despereza entre los eriales por construir.

Pero lo que me ha llevado a escribir este post fue lo que pasó anoche. Os juro que ayer, sin dudarlo un instante, sin importarme el frío, la decencia o la convivencia, bajé a tirar la basura (con daltonismo agudo a la hora de elegir el color del cubo, por supuesto) con el albornoz de salir de la ducha, como un exhibicionista, enseñando las canillas y lo que el viento del norte y el azar dispusieran. Chúpate esa, Marilyn.

2 comentarios:

Brujitecaria dijo...

Te veo totalmente wild, no se a donde vamos a parar, se empieza por lucir las canillas y sabe dios donde terminaráa. Por cierto, dónde está esa ciudad sin ley?, porque en Collado Mediano todo está bastante regulado.

Ricar2 dijo...

Esto es cuestión de tiempo. Dentro de unos meses y todo será normal.