Perdonad que insista. Pero es que me pasa que parece que estoy descubriendo las cosas evidentes que nos rodean y que, viviendo en la jungla de asfalto, en el huracán de los días, me pasaban desapercibidos. Hoy venía con el pequeño H. en el autobús, y de repente ha dicho "Sol". Y es que estaba amaneciendo. ¡Y se veía el sol, diminuto, de contornos precisos, ardiendo, una joya nuclear surgiendo desde lo más profundo!. Y eso pasa al lado de mi casa, en una sobrehabitada ciudad del siglo XXI. Ha sido todo un espectáculo. He hecho un esfuerzo y lo he seguido mirando aunque doliera la vista.
Hoy he llevado a mi chico al cole. Le ha costado despertarse, le he tenido que levantar las persianas, acariciar la mejilla, hasta que poco a poco ha ido despertando. El último par de días cuando él se ha despertado, yo ya me había ido al trabajo hace rato, y llamaba "Papá" sin respuesta. (Pobre mamá, ¿qué va a pensar?). Hoy se ha despertado, anunciando mal humor (¿a quién le gusta que le despierten? Pero me ha visto, y poco a poco ha asomado una sonrisa. Y se veían sus dientecillos diminutos, de contornos precisos, ardiendo, surgiendo desde lo más profundo. He contemplado esa sonrisa, sincera, manteniendo la vista, aunque duela. Como el Sol.
Hoy he tenido suerte. Ha sido un buen día. El Sol ha amanecido dos veces para mí.
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2 comentarios:
Estás totalmente "enniñado", como se de cuenta H., la has liado. Y es más listo que el hambre...
El está empadradísimo, lo que me preocupa y me emociona a partes iguales. La verdad es que soy un poco pesado, solo hablo de mi barrio y de mi niño.
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