Igual que los americanos hacen una fiesta, un rito y una tradición de trinchar el pavo, yo propongo que el primer melón de la temporada sea instituido como fiesta familiar. No conozco alimento entre los habituales de nuestra mesa más evocador que este humilde habitante del suelo y la tierra, que vive agazapado, alejado del señorío de la tomatera y de la elegancia del árbol frutal, que allí donde está el duro y casi seco suelo almacena y macera el escaso agua que le rodea, y nos lo ofrece como néctar delicioso, nos brinda ese zumo dulce que es el que anuncia el verano.
Con estos primeros mordiscos, con el agua exhuberante que se derrama golosamente por la barbilla, este heraldo de las vacaciones es el portador de las tardes perezosas, de las brisas vespertinas y las noches tórridas. A mí este año me ha traído invariablemente el recuerdo de las tardes de hace ya casi un año en Cambrils, de la enorme playa casi desierta, de los juegos en inocente desnudez de A. y H. alrededor de montañas, de cuevas, de piedras planas amontonadas sin propósito, pero que adquieren constancia de tesoro de piratería a sus ojos aún no acostumbrados al infinito del mar. Cerca de nosotros, un grupo de gaviotas, ese pájaro desproporcionado y algo brutal, golpean con su pico en la tierra húmeda de la marea que se retira, buscando pequeñas presas.
El caprichoso cono del melón nos trae en sus azúcares los pies descalzos, la cerveza helada, el gazpacho, la horchata, esos días en su mayor parte inservibles por el calor, esas brisas que son la misma gloria cuando al fin aparecen, ese sueño que no apetece disfrutar. Ese primer mordisco, ese primer melón ya rugoso y viejo es el primer fuego del verano, y se merece su fiesta, sus ritos, su arte para cortarlo (que no es una suerte sencilla), sus manuales y sus anécdotas, sus campeones, sus maestros y sus delfines, su mundo al fin.
Postdata: Un beso para Ale, que se merece el mejor verano que exista
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6 comentarios:
Pero ¿llegará el verano este año?
Este frío de junio, tan pertinaz, permite dudarlo.
Cuando ya estás soñando con el calor del sol y el abrazo de agua (a poder ser, salada) el que el cuerpo tirite arrecido nos vuelve tristes y nos destroza el sueño de los días eternos, en los que la luz nos clava a la tierra y nos devuelve la carne y el sueño. ¿vendrá? Aunque no me guste la sandia, lo espero.
Pues la verdad es que cuando lo escribí parecía que sí, que esta vez sí venía el verano, pero otra vez hace frío. Y comer melón con frío, dirás que es una tontería, pero es que no es lo mismo, no sabe igual
Guarda este escrito, pero no en el blog, ni siquiera en el ordenador donde podría venir un tsunami en forma de virus y arrasarlo todo... guárdalo en papel, aunque merece estar en pergamino, papiro o vitela, o en cualquier caso, encuadernado... Y cuando tengas ganas de verano, de sol, de buen rollo, de sur...vuelves a sacarlo. Es muy bueno, y muy evocador...
Lo confieso...hacía meses que no entraba por aquí (demasiados líos en la cabeza). Y ahora, que este descanso forzoso me tiene navegando gran parte del día, me encuentro este homenaje al melón, tan evocador...y encima, con dedicatoria final!! Muchas gracias Richi...haré lo posible por hacer de este verano, con "melón" o sin "melón", un verano especial...Y sí, seguro que llega pronto el 40 de mayo, no desesperéis...;-)
Hoy, 10 de mayo, parece que sí, ya ha llegado el verano. Y dentro de poco, la playita, a ver si voy a por más material para hacer futuros recuerdos evocadores como éste. Por cierto, el año pasado creo por estas alturas también escribí un texto con ganas de playa, pero era a cuenta de un moco. A ver si lo encuentro y pongo el enlace, para comparar
Lo encontré Vaya tela¡¡¡
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