A mí no sé qué me pasa últimamente, que me voy de vacaciones por tandas. El último que se va es el cuerpo, pero unos días antes se va el espíritu, y unas semanas antes, los que
se piran son los sentidos. Cuando voy a ir al mar, al fin el mar, (dice mi astróloga particular Alejandrappel que es muy habitual entre los nacidos en mi signo una especial relación con el mar), lo que me ocurre es que unas semanas antes mis sentidos ya están como recreando lo que sentirán próximamente. El oído parece escuchar por las noches el ruido de las olas, la vista parece que aprecia calima en el horizonte, a veces viene un salor salado al paladar, la calidad de la brisa se hace como pegajosa y azul, pero el que más fuerte pisa es el olfato.
Yo me tiro días oliendo a sal, a esa esencia como ancestral y penetrante del mar, huelo a cremas
para el sol... Pero lo del otro día fue un expediente X. Lo que me salió fue un moco marino, ya sabéis, como esos mocos que salen después de un baño en el mar, en el que devuelves el agua y la sal que te ha entrado. No voy a decir que el moco sabía a sal, porque no lo probé, pero sí que me dejó un regustillo sabrosón en el paladar.
Bueno, yo me uniré a mis sentidos y a mi espíritu en la Costa Daurada esa mañanita viernes. Los que os quedáis por aquí, llevarlo con dignidad, y a los que ya no os veo hasta dentro de mucho,
que disfrutéis como enanos. Un besazo.
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1 comentario:
Hola, Ricardo, ya debes estás en la playa disfrutando de mocos marinos reales, y aunque me has dejado empantanada con el tema de los duplicados de autoridad, te sigo queriendo.
Es verdad que el mar te limpia por dentro y por fuera, la sal te hace un piling interno y externo. Y A. es la primera vez que se entera, aunque H. sea licenciado el playas y mares.
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