jueves, 29 de abril de 2010

Sobre el matrimonio

Yo no me casé por amor. Me casé por no pensar. Me casé para ahorrarme el calcular si el paso burocrático más nimio hubiera sido más sencillo de haber estado casado. La que es hoy mi mujer tuvo que ir al registro civil unos días después de dar a luz, y con un tiempo de mil demonios, porque yo no era su marido y no podía ir en representación de los dos. El Defensor del Pueblo me explicó que eso se hacía por seguridad jurídica. Es decir, yo no era un sujeto de fiar si aparecía un día por allí y decía: este hijo es mío, y esta señora de la foto es su madre. Con un documento oficial expedido por un fedatario público en el que asegura que somos una pareja estable con propósito de familia, esa horrible sospecha hubiera desaparecido. Le escribí al buen Defensor que no veía la diferencia.

Ya varios años de casado, mi opinión ha variado ligeramente. Ser soltero a ojos del Estado me ha valido algún disgusto, pero también alguna ventaja. Estar casado y con dos hijos me ofrece una comodidad sobre todo de pensamiento, como ya he dicho. Pero a la conclusión a la que he llegado es que el matrimonio es necesario. La Administración, que recauda y reparte lo recaudado, necesita instrumentos que parcelen adecuadamente a sus administrados, para poder hacer su labor de un modo idealmente más equitativo. Si reparte ayudas, concesiones, asigna recursos, se necesita saber las unidades mínimas en que se divide la sociedad, calcular con exactitud lo que ganan, es decir, lo que reciben de la sociedad, y lo que, por tanto, la sociedad les debe. Es un instrumento teóricamente útil, defendible desde este punto de vista.

Pero bajo este punto de vista, para mí el único válido de defensa de esta institución a nivel de vida civil, el Estado necesita saber cualquier asociación de personas, cualquier unidad económica, sustantivada en una unidad de residencia, y un propósito de compartición de recursos. Esto es, el matrimonio no es la unión de un hombre y una mujer. Es la unión de cualesquiera personas que deciden ser lo que los teóricos de la macroeconomía llaman unidad productiva, y que es la base del ciclo del dinero: los que lo gastan, y los que lo reciben, en un circuito que pasa por las empresas que invierten y el Estado que redistribuye con ideales de equidad y justicia. El amor, como podéis suponer, no tiene nada que ver con esto.

8 comentarios:

Brujitecaria dijo...

No es muy romántico, pero seguro que es muy realista tu escrito. Nunca me he casado y creo que ya no lo haré, ni con la persona con la que llevo como 25 años ni con ninguna otra. La verdad es que no soy calculadora, o lo soy de una manera diferente a lo habitual.
Tampoco he tenido niños, ni he hecho muchas cosas que deban recordarse. No soy en eso como la mayoría, que suele tener un niño, un amor, un misión por la que ser recordado. Pero bueno, cada uno es como es

Ricar2 dijo...

A mi post más frío y administrativo has salido con tu respuesta más personal. ¡Que paradoja! Yo prometo recordarte.

Anónimo dijo...

Es indudable el carácter administrativo del matrimonio. Pero creo que detrás de ello hay también algo más. Las leyes también son una expresión que la sociedad hace de cómo quiere estar constituida y de sus valores.
En este caso, nuestra sociedad apuesta por promover la organización ciudadana en forma de familia, y procura promoverla porque entiende/entendemos que es una forma buena de estar organizados. Que la familia y la vida en pareja es buena para los ciudadanos y para la sociedad en su conjunto. Que contribuyen a la felicidad y a la realización personal. En 1984 y un Mundo Feliz, ya no existen ni las familias ni las parejas.
Posiblemente este asunto en España esté mezclado con el rechazo de mucha gente al matrimonio católico y a la identificación que mucha gente mantiene entre éste y el civil.
La extensión de este derecho a parejas homosexuales me parece que concuerda con esta idea.
Por otra parte, me parece fundamental que cada cual tenga el derecho de vivir con quien cada cual elija y de organizarse como mejor le parezca. Aunque en realidad todo es una cuestión de límites... ¿toleramos la poligamia, la bigamia, el incesto (entre adultos, por ejemplo)?
Es un tema interesante y largo. Espero poder hablarlo en la cafetería. Siento el comentario tan largo.
JL

Brujitecaria dijo...

JL, no solo es largo, sino sesudo en el más estricto sentido de la palabra.
Te doy la razón, aunque yo opino en general que se está mejor solo que acompañado, entiendo que la sociedad necesite pequeños núcleos de autoayuda. Lo malo es que a veces el peor es el enemigo íntimo

Anónimo dijo...

Pues yo creo que casarse con la persona a quien quieres es maravilloso. Siento ser tan cursi.. Por cierto, JL, enhorabuena por haber dado ese paso tú también. Bienvenido al club!

Ricar2 dijo...

Vaya, parece que es un tema controvertido, que da para la elucubración filosófica y sociológica de JL (coming soon at the cafeteria again), hasta la hermosa simplicidad del comentario de Mayte.

Anónimo dijo...

Yo espero que me recuerden como persona, no por los "productos" qyue hago. Y a ti, Marina, te recordaré como persona, tenlo por seguro.
SSS

Anónimo dijo...

Gracias por la parte que me toca. Ciertamente yo tampoco quería casarme, creo que este vínculo administrativo no proporciona estabilidad a la familia, ni tampoco es muy eficaz en cuanto a la gestión administrativa. Conozco algunas parejas que no están casadas y han formado sus familias. Para la administración cuentan como familias monoparentales (tiene ventajas e inconvenientes, pero eso es otro tema).
Besos infinitos