Habla mi compañera blogera Ma. de días revuletos y fatigosos. Los míos últimamente son tremendos, agotadores, aunque no tienen nada que ver con el trabajo. De hecho, venir aquí a BN es casi un descanso. Pues en estos días de ir y venir, de coger el coche cada 2 por 3, con lo culpable que me siento cuando vengo al trabajo en coche y todo eso, en estos días de cargar, descargar, mirar , comprar, contratar, revisar, golpear, llevar, traer, hay unos momentos incomparables que no surgen en los otros días normales. Y son esos minutitos en los que puedes pararte un rato y descansar.
Vas por la calle atareado pensando en tus mil guerras y de repente aminoras el paso, y te das cuenta de que en realidad no tienes tanta prisa y de que hace un día espléndido. Así que disfrutas de 5 minutos de una paz incomparable. O cuando encuentras un ratito para tomarte un cafetito y te sabe riquísimo. O puedes leer 20 minutillos antes de irte a la cama. Los días agitados son tremendos, pero guardan estos tesorillos que los hacen a su modo únicos.
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