viernes, 8 de enero de 2010

Gene Kelly


En un disco de Tom y Jerry que hemos sacado (otra vez) de la biblioteca, viene un extra de la película Levando anclas, en la que aparece Gene Kelly bailando junto con Jerry en un fantástico país de dibujos animados. Todo eso me ha recordado a mi cinéfila adolescencia, en la que vi numerosos musicales de este atleta bailarín, limitado actor, pero de una presencia única y vitalista que llenaba la pantalla. Lo he echado de menos, la verdad.

Gene Kelly representaba la alegría de vivir, el optimismo, la energía, la ruptura, cierta anarquía, el placer de ponerse a bailar en plena calle, en la cubierta de un barco, en el salón, bajo una densa lluvia, en un granero, donde fuera, con tal de expresar el gusto por ser joven, por sentirse vivo, por amar y ser amado, mediante el simple (¿simple?) acto de bailar y cantar, en un delirante absurdo, en una abstracción memorable, en medio de una plaza, con una música que sale de quién sabe dónde, con paseantes que mágicamente se saben al dedillo la coreografía. ¿Y por qué no? La vida debería ser así, la música debería estar presente en todas partes, la pirueta tendría que ser practicada por todo bicho viviente.

En colaboración con el exquisito Vincente Minelli o con Stanley Donen, creó algunos de los momentos más inolvidables de la historia del cine, en fantasías coloristas como El pirata, romances hechizados como la fascinante Brigadoon, o risueñas evocaciones como Summer Stock. Y por supuesto con Cantando bajo la lluvia, donde llueve como nunca ha llovido en ninguna parte. Mucho mejor estas ligeras delicias que cuando quiso ponerse más serio y "profesional", en películas que me gustan mucho menos como Invitación a la danza o la mismísima Un americano en París.

En fin, me he dado cuenta de que hace mucho, pero mucho tiempo que no veo un musical clásico, y en un día como el de hoy, que un suceso tonto y trivial me ha dejado un poco tocado, no me vendría mal un chute de alegría porque sí, con un par de bailes con Gene.

2 comentarios:

Brujitecaria dijo...

El baile a mi me parece siempre pura alegría o puro dolor, pura humanidad. Me encantan las películas musicales, aunque la música sea no diegética, es decir, no se sepa de donde sale, no haya nadie tocando ningún instrumento.
Venga del cielo o de la tierra la música, el baile me parece que sale de nuestros adentros, seamos o no hábiles para ello. ¿Te acuerdas del absurdo y hermoso baile de "El marido de la peluquera?. Pues a mi me encanta

Anónimo dijo...

Bailar es divertido y te ayuda a olvidar tus problemas, al menos mientras suene la música.