A la salida del cole de Héctor, hemos compartido camino con Dawid, un niño alto, muy inquieto, con los ojos azules. Su madre, creo que se llama Nina, es una mujer enorme, con los ojos igual de azules. Es polaca. Les he preguntado qué van a hacer en Navidad, si van a salir. Pensaba yo inocentemente en el retorno a su país, a ver a la familia, conjurando ese sueño navideño de los turrones Almendro, que vuelven a casa por Navidad, tan bonito.
La respuesta me ha conmovido. Dawid y su familia no vuelven a casa por Navidad, aparte de por el dinero, porque les resulta muy doloroso. La vuelta es muy difícil, y retomar después de nuevo la vida aquí, lejos de la familia, se les hace una cuesta arriba tremenda. Con su español tosco, han bastado un par de expresiones esbozadas para transmitir el dolor de vivir lejos de casa no por propia voluntad, sino por necesidad. Prefieren pasar las vacaciones aquí y sobrevellar el, sin duda, amargo momento de la Navidad nostálgica, que la enorme carga de volver a vivir una vez más la pérdida brusca de la compañía de la gente que amas, de la tierra que comprendes y donde te sientes en tu sitio.
Hay gente que tiene por patria el mundo, y que hace de cualquier lugar su casa, que vive en el desarraigo porque así siente su libertad, y que parte de nuevo cuando se nota esclavo de sus afectos. Pero otros no son así, y han de abandonar su sitio para buscar la vida lejos. La inmigración es un tema complejo y doloroso, pero a menudo se olvida este aspecto, el del inmigrante que no viene aquí por gusto, el que se deja el alma a medio mundo de distancia, el que daría gustoso la mitad de su paraíso conquistado por poder volver y vivir dignamente entre los suyos.
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3 comentarios:
Por muchas luces que pongan los ayuntamientos en las calles, por muchos árboles decorados con bolitas y adornos de colores, por muchos anuncios de juguetes que pongan en la tele... Para mucha gente la Navidad no es algo alegre, sino triste por la falta de sus seres queridos y por muchos otros problemas que a veces no podemos siquiera imaginar.
Si, el problema es lo de la celebración de la paz y el amor en un mundo donde la paz solo existe como decorado (todo está en lucha permanente) y dónde el amor sólo es una forma de dominio y de afirmación del propio yo.
Y la Navidad es soledad para muchos, quizás especialmente para los que están donde no quieren por motivos de supervivencia
Si, el problema es lo de la celebración de la paz y el amor en un mundo donde la paz solo existe como decorado (todo está en lucha permanente) y dónde el amor sólo es una forma de dominio y de afirmación del propio yo.
Y la Navidad es soledad para muchos, quizás especialmente para los que están donde no quieren por motivos de supervivencia
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