Otra discretamente absurda reflexión para la última hora del viernes. Una querida amiga mía está siempre contenta, se ríe con generosidad al saludar, siempre está atenta a las bromas, que devuelve con agilidad de tenista. Sé, sabemos los dos mientras hablamos, que tiene un problema de esos de fondo, que le preocupa, no le pregunto, porque nuestra intimidad no es suficiente, pero me suelo enterar por otras fuentes indirectas, y ella sabe que lo sé. Pero no se nota nada en su jovial apariencia.
Me la encuentro por la calle un día, pero ella no me ve. Y decido no saludarla, para hacer un experimento: ver qué cara tiene cuando no está en sociedad, cuando no ríe. ¿Seguirá con jovialidad en su mirada? La expresión que tenía ese día no era de alegría, evidentemente (¿Por qué vas a ir riéndote por la calle tú solo?), tampoco de pesadumbre, era un lugar intermedio, una cara como si estuviera en la sombra, una expresión algo vacía. Puede ser que fuera con el piloto automático, sin pensar en nada. Entonces, yo me pregunto, ¿cuál es su cara? ¿qué expresión desnuda se le queda al final del día, antes de acostarse? ¿Qué comunican sus negros y enormes ojos, cuando no miran nada, allá en la almohada? ¿Es su cara sonriente la verdadera, o son todas verdaderas?
Hala, poned cara de fin de semana y a disfrutar.
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