Mi querida ****, una de mis más preciadas amistades, que no sabe ni sabrá de la existencia de este blog, tiene una crisis de las que uno se debería sentir orgulloso: las relaciones con una de sus mejores amigas se están enfriando de modo paulatino. Digo lo de orgulloso, porque me da la impresión de que la fidelidad y la compañía de amigos como fuente de felicidad o de disgustos está en desuso. La causa de este desencuentro es tan estúpida que no me atrevo a contarla, (hay una pista en un post que escribí hace tiempo), pero tiene una raíz en común con otros casos que me ha tocado vivir: la irrupción de una pareja sentimental.
Haciendo cuentas, me ha tocado vivir 4 o 5 casos de amistades que se enfrían o que se rompen. En mi descargo debo decir que no he sido protagonista directo de ninguna, aunque al final me haya afectado irrremediablemente. Pero en mi debe está el no haber hecho nada por evitarlo. De todos lo casos, todos menos uno, se deben a un novio/novia nuevo que no encaja o que arrastra al otro a una vida distinta en la que no están incluidos los viejos amigos. Afortunadamente, con mi media naranja no hubo problemas y no tuve que tomar decisiones difíciles, porque tener que decidir entre los amigos y el amor que te lleva debe de ser muy duro.
Otra característica común de todas estas crisis ha sido la suavidad con la que se han producido. No ha habido escenas ni discusiones, ha sido más bien como un virus helado que invade el espacio que nos separa, un desamor por falta de riego, una apatía subterránea. En ese único caso en que el amor no fue el detonante, un día nos reunimos los afectados para averiguar por qué nuestras relaciones se habían hecho más protocolarias. No supimos la respuesta, pero la puesta en comun no evitó la gangrena y hace ya más de diez años que no nos vemos. Por eso, igual le he cogido miedo a las reuninones en las que se ventilan los problemas, porque pueden acabar en agrias discusiones, y prefiero tener un recuerdo impreciso de por qué se disolvió una amistad que saber con precisión y certeza cuáles fueron las palabras que mataron para siempre y sin remedio los lazos que nos unían.
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1 comentario:
La mayoría de las amistades, como los amores, mueren por falta de riego y suceden cuando alguna de las partes se olvida de que todas estas cosas hay que cuidarlas.
Con lo de las parejas lo que pasa es que al principio la relación es tán absorbente que no es siquiera necesario elegir, luego las cosas van volviendo a su cauce y pueden recobrarse algunas amistades.
Pero vamos,conforme envejeces es más difícil tener tantos amigos, no suele quedar tiempo para arreglar el mundo todos los días.
Los amigos que quedan son unos resistentes, gentes con las que te ves o hablas por teléfono una vez cada cinco meses y sin embargo desde el primer momento se recupera la magia del primer día.
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