lunes, 3 de marzo de 2008

Las elecciones

Otra vez unas elecciones. Hasta el más entusiasta reconoce que la campaña electoral es una pamplina, que los politicos hablan de lo que nos interesa a los ciudadanos, que se subasta el dinero que nos van a dar, y los servicios de los que vamos a disponer. Desde ese punto de vista, y viendo los programas electorales, da excatamente igual quien gane porque todo lo que van a hacer es chulísimo y solo redunda en nuestro bien. ¿Quién va a decir que no a esas escuelas que van a construir, aunque no tengan competencias, a esos miles y miles de puestos de trabajo que van a crear, aunque tampoco tengan competencias (excepto las oposiciones, pero eso es trampa)? Ciudadanos, si no votáis es que no queréis el bien que estas organizaciones bienhechoras pueden hacer. Estos partidos políticos nacionales, que entre las transferencias a las comunidades autónomas, las cesiones a las instituciones europeas en política económica, y la globalización económica, tienen muy poquito margen para actuar, de repente en estos días parece que tienen un poder infinito para hacer y deshacer. Todos sospechamos que lo que marca nuestro devenir no son los partidos políticos en este moderno mundo, pero hacemos como que nos lo creemos y acudimos a votar convencidos de lo bueno que es nuestro candidato o de lo malo malísimos que son los otros.

Pero es que en el fondo todo esto es bueno. Que vivamos en un país donde podemos escuchar emisoras que critican al gobierno impunemente, que podamos decidir que gobernantes nos van a esquilmar, a qué grupos de presión vamos a favorecer, es bueno. Las otras tres cuartas partes del mundo sueñan con poder hacerlo algún día, cada día mueren personas luchando por estos derechos, nuestro país está construido con la sangre de héroes que han muerto por ello. Ahí está la ironía. Este asco de política que nos rodea es lo mejor que nos podría pasar. Que el día 10 de marzo ya no se acuerden de ti ni de mí, es beneficioso. Lo contrario es el infierno.

Pero los que ya hemos crecido teniendo esto asegurado y como gratuito, los que no hemos vivido la otra cara, no nos sentimos satisfechos y queremos más. Queremos que democracia signifique algo más que cada 4 años lancemos un voto y luego nada. Que tengamos que votar un pack de políticas, sin poder decir cuáles nos parecen apropiadas y cuáles no. Algunos creemos que debe haber un paso más. Que se nos consulte más a menudo, y que podamos decir más concretamente lo que nos parece correcto y lo que no. Una democracia 2.0. Porque ni todos los votantes del PSOE de 2004 querían las conversaciones con ETA ni todos los votantes del PP del 2000 querían la guerra de Iraq. ¿Por qué tienen que justificar sus actos, pues, en el refrendo de un electorado que se ve obligado a votar al todo o a la nada?

PS: A mi destartalado y remoto barrio, que ya conocen bien mis fieles lectores, no ha llegado siquiera la campaña electoral: ni un cartel, ni publicidad en los buzones...

3 comentarios:

Brujitecaria dijo...

Lo que dices es verdad, queremos democracia 2.0, pero mientras la hacemos tenemos que votar nuestra 1.0 y aguantar l pestiño de la campaña que no es poco.
Y era Natalia Ginzburg, ya solo me falta el nombre del cuento donde habla de la persona elegida.
Y mis felicitaciones

Brujitecaria dijo...

He encontrado una cita de Natalia Ginzburg en otro blog: http://pseudopodo.wordpress.com/2007/02/20/pequenas-y-grandes-virtudes/ y la reseña del libro "Las pequeñas virtudes" que creo que es el que habla de la persona elegida:
http://pseudopodo.wordpress.com/2007/03/04/resena-natalia-ginzburg-las-pequenas-virtudes/
Por supuesto yo la leí en Acantilado, sino en alguna colección de bolsillo que ahora no recuerdo, pero que caerá. Buen finde

Brujitecaria dijo...

De Alianza Editorial, El libro de Bolsillo de ¡¡¡1966!!!. La prehistoria