martes, 15 de enero de 2008

La barrera invisible

Hace ya bastantes días, le hicimos pasar al pequeño H. una dura prueba: le destronamos de su cuna y le acostamos en su primera cama. El resultado fue bastante catastrófico. Del niño tranquilo y dormilón ha pasado al temeroso, al rebelde, al que te dice claramente “no” cuando toca irse a la cama. De repente, quedarse solo en una habitación oscura se ha convertido en un problema y cuando se despierta, la casa es un lugar enorme y misterioso.

Nuestras vidas están rodeadas de símbolos y de metafísica fácil para aquel que está dispuesto a observar y a perder el tiempo pensando. Pero la metafísica infantil es especialmente transparente. En este caso, la barrera invisible que protegía a H ha caído y los terrores del mundo penetran fácilmente a través de la noche en las profundidades de la camita. Unos simples barrotes de madera, cuya función es impedir salir, eran para él un domo de protección que mantenía al mundo y sus demonios fuera. La protección ha sido derribada y la noche y sus enigmas se han hecho dueño de la habitación. H. se siente vulnerable. Su principal demonio, con todo, es la soledad. Es desolador oirle llorar cuando comprueba que se ha quedado solo. No entiende que muy cerca, a través de la negrura, están sus padres vigilantes. No se acuerda de los interruptores y las puertas, que él maneja a la perfección cuando es de día.

El miedo que siente Héctor es atávico, es primitivo. Es el miedo del neandhertal al animal de horrorosos colmillos que acecha fuera de la cueva. Es el miedo a la lucha en solitario, al desamparo. Cuando sea mayor el mundo le seguirá dando miedo, porque nuestra vulnerabilidad y los peligros del mundo siguen ahí, y nuestra lucha contra el abandono y la soledad continúa. Pero encontrará nuevas y más resistentes barreras invisibles que lo protejan ficticiamente, como los escuálidos barrotes de su añorada cuna.

2 comentarios:

Brujitecaria dijo...

Dile a H. que haga como una niña que existió hace mucho tiempo, que cuando se quedaba sola en el dormitorio (es un decir, con cuatro hermanas durmiendo en literas) empezaba a lanzar unos suspiros que tumbaban las paredes, aderezados con unos explícitos "¿estáis despiertos?"¡Para que nos vamos a andar con rodeos!
¡Y lo que se reirá H. a los 15 de sus antiguos miedos!

Brujitecaria dijo...

estas más antiguo que BNE y encima, exigiendo. ¡Vaya morro!