En estos turbulentos días de revuelta, estupor e indignación del colectivo, bullen los pasillos, proliferan los corrillos, un mínimo comentario se puede transformar en un debate más o menos serio. Hay cierto monolitismo en todas las opiniones, se oyen frases que empiezan a sonar ya a tópico y, sobre todo, hay avalancha de correos. De entre todos los correos me han llamado la atención varios que siguen la estela del "pásalo", tanto que me ha surgido esta idea del e-mail como el placebo, como el sustitutivo de la reflexión y el de la acción.
En estos días en los que el mensaje subyacente, sobre todo empleado por movilizadores correos y panfletos sindicales, es que no te puedes quedar callado, que hay que luchar, que hay que gritar, también llegar con frecuencias los mensajes que reproducen alguna soflama, denuncia, información, casos real, con el inconfundible tufo del refrito y del copia y pega. Y acaban con un directo o indirecto arrebato final que invita a reenviar el mensaje a todo el mundo, a que dé la vuelta a la tierra, a que circule ad infinitum por la nube, como si el mundo se rigiera por lo que hay en el correo, habitualmente lleno de basura, de niños que necesitan transplantes, de avisos sobre los dañinos de tal o cual producto diario, de amenanza terroristas o cataclísmicas inminentes.
Y uno debe reenviar el mensaje y sentirse después implicado, satisfecho, luchador, irredento, y mirar con recelo al compañero que lo ha borrado sin leerlo y ha roto esta cadena imparable, que va a cambiar el mundo a base de mails incendiarios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
En realidad, más que el correo-e como placebo, se trata de la versión electrónica del integrismo, que es una de esas cosas que nacen cuando muere o es herida la verdad, que dicen que es lo primero que muere en una guerra, mas bien diría yo en cualquier confrontación, cuando ya no se oyen las palabras.
Dada la aspereza de estos días, yo esperaba mayor integrismo, decía José Luis que no veia lucha de clases, pero me temo que está al caer el sálvese el que pueda. Tengo mucha fe en la humanidad, en su infinita posibilidad de bondad y viceversa, en su infinita capacidad para el mal.
Y las revoluciones o revueltas, además de toda su épica, arratran un vendaval de integrismo. A ver como lo toreamos.
Publicar un comentario