En el mundo viral e hiperconectado en el que vivimos, las palabras son contagiosas, como la gripe. Así se ponen insoportablemente de moda, se escuchan por todos lados, y el significado original queda lejos, ignorado a veces. Esta prostitución de la palabra (eso de palabras prostituidas es a su vez un modismo del que estoy infestado), que queda para siempre vapuleada, hasta que venga otra que la sustituya, es un fenómeno tan antiguo como el lenguaje, con la particularidad de que el mundo tecnológico actual todo es amplificado y electrizante.
Una palabra que ya ha sido prostituida y reducida a un mero epíteto sin apenas significado es "profesional". Destinada en algún tiempo a calificar a ese especialista dedicado por entero a una profesión, a practicarla con respeto por sus códigos y sus clientes, ha devenido en un lugar común para definir a cualquier zafio ganapán, a cualquier aprovechadizo de la ignorancia de los objetos, que son cada vez más sencillos y más crípticos. En definitiva, califica sin posibilidad de discernimiento al esforzado obrero que está al día, que se toma en serio y con cariño un campo al que dedica toda su vida laboral, y al vulgar mercenario que busca sacar tajada a cualquier precio, sin importar el beneficio real del cliente, ni siquiera la calidad del trabajo, a simplemente al trabajador poco o mal formado, que se dedica a lo que pilla, contratado por un empresario al que tampoco le importa que el servicio al cliente sea de calidad, sino que sea barato.
Y así pasa que es suicida ir a un taller sin referencias esperando que te den alguna opinión realista de tu coche, que venga un "profesional" a casa a reparar algo, y que lo haga en el tiempo acordado, y sin querer cambiar de repente toda la instalación, imposible encontrar un pescadero que te corte las piezas sin hacer una carnicería, y así. He estado cerca de casos como estos demasiado a menudo para no creer que esto es un signo de los tiempos y del país.
En resumen, no hagais mucho caso de la publicidad que anuncia profesionales por doquier porque es tan falsa como el resto de la publicidad normal, excepto mi cuñado, que no es un profesional, es un artista que hace reformas. En la última, el dueño de la casa hacía visitas guiadas para enseñar su baño reformado.
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1 comentario:
Si, las palabras tienen dos caras, pero no como decía Machado: una para el uso de todos los días y otra para el uso "de domingo" de la poesía, sino una auténtica, rigurosa y matemáticamente exacta y otra falsa y embustera, palabras para mentirse hasta a uno mismo.
Pero eso habla de la fuerza de las palabras, cuál no será que los ganapanes creen que llamándose profesionales adquieren la prestancia necesaria para saber cortar el pescado.
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