lunes, 8 de marzo de 2010

Escribir por escribir

Hay que veces que uno siente la necesidad de escribir, aunque no tengas nada que contar. No sé por qué, hoy ha sido un día normal, alegre si me apuráis, movidito, tres reuniones, una despedida a una colega que se casa, una tarde normal, con mucho frío, que ya cansa tanto frío. Y llevo todo el día escribiendo en este blog, mentalmente, sobre todo un poco. Lo que sea.

Al ir a tirar la basura, veo a un tipo con traje y corbata que llega a su casa, con cara y pasos cansados. Son las 10 menos veinte de la noche. ¿Tendrá familia? Eso es lo primero que pienso. Algo estamos haciendo mal si este tío llega a esta hora a su casa, y su mujer y quizá sus hijos no le han visto en toda la tarde. Tenía que contarlo.

Sientes ganas a veces de escribir sin objeto y sin rumbo, a ver a dónde llegas. Es un crimen sin premeditación, es terapia peligrosa. Una vez, hace ya un número algo vertiginoso de años, descubrí que estaba colado de la manera más absurda por una chica, porque estaba estudiando en la biblioteca y me puse a escribir un texto semi-absurdo, absurdo para cualquiera que lo leyera, pero claro y transparente para mí: estaba furioso, confundido y enamorado. Vaya chasco. Me gustó aquello que escribí, no estaba mal. La chica se fue, y la olvidé rapidísimamente. Quizá fue por la terapia.

Escribir es reposar. Es dejar que espese esa salsa que te ha quedado líquida. Es ordenar la casa, es rebuscar debajo de todo. Es encontrar esa foto que perdiste. Con tanto blog y tanto Facebook he perdido el hábito de escribir y no publicar, de escribir sin pensar en el que lee, de escribir para nadie, sin mentiras, sin máscaras, a pelo.

Escribir sin objetivo ni premeditación es un simulacro de suicidio, un puenting emocional, un vuelo no tripulado. Es cabalgar sin riendas, la montaña rusa. Decid eso que no os atrevéis, eso que se os atraganta, eso que teneis miedo de reconocer que pensáis a veces, ese octavo pasajero al que hacéis que no veis. Ponedlo por escrito y destruidlo, no sea que alguien lo encuentre. No sea que lo leáis más tarde, cuando hayais recobrado el sentido y la compostura.