martes, 24 de julio de 2012

Lo que cobra el fontanero

Señores, señoras:

Si llega el fontanero a casa y te sopla 120 euros por cambiarte el grifo de la ducha, que sepaís que no estáis pagando las piezas, no estáis pagando el desplazamiento, no estáis pagando la mano de obra ni el tiempo empleado.

Lo que estáis pagando, amigos, es el precio de vueltra maldita ignorancia.

miércoles, 18 de julio de 2012

El e-mail como placebo

En estos turbulentos días de revuelta, estupor e indignación del colectivo, bullen los pasillos, proliferan los corrillos, un mínimo comentario se puede transformar en un debate más o menos serio. Hay cierto monolitismo en todas las opiniones, se oyen frases que empiezan a sonar ya a tópico y, sobre todo, hay avalancha de correos. De entre todos los correos me han llamado la atención varios que siguen la estela del "pásalo", tanto que me ha surgido esta idea del e-mail como el placebo, como el sustitutivo de la reflexión y el de la acción.

En estos días en los que el mensaje subyacente, sobre todo empleado por movilizadores correos y panfletos sindicales, es que no te puedes quedar callado, que hay que luchar, que hay que gritar, también llegar con frecuencias los mensajes que reproducen alguna soflama, denuncia, información, casos real, con el inconfundible tufo del refrito y del copia y pega. Y acaban con un directo o indirecto arrebato final que invita a reenviar el mensaje a todo el mundo, a que dé la vuelta a la tierra, a que circule ad infinitum por la nube, como si el mundo se rigiera por lo que hay en el correo, habitualmente lleno de basura, de niños que necesitan transplantes, de avisos sobre los dañinos de tal o cual producto diario, de amenanza terroristas o cataclísmicas inminentes.

Y uno debe reenviar el mensaje y sentirse después implicado, satisfecho, luchador, irredento, y mirar con recelo al compañero que lo ha borrado sin leerlo y ha roto esta cadena imparable, que va a cambiar el mundo a base de mails incendiarios.

sábado, 14 de julio de 2012

Una sonrisa primigenia

La sonrisa de un bebé de pocas semanas o meses, inesperada, súbita, espontánea, que desaparece en el siguiente segundo, puede interpretarse de dos maneras:

Una, la más fría, es que esa sonrisa es un espasmo, un ensayo de un cuerpo en formación que está aprendiendo a actuar conjuntamente, a compenetrarse, sin más significado emocional que una coincidencia afortunada de movimientos musculares.

La otra es pensar que la sonrisa denota que la alegría es un sentimiento básico y congénito, una piedra base del organismo, que utiliza el optimismo como medio para sobrevivir. Una expresión estentórea de la alegría de estar vivo.

Elegid la explicación que más os guste, o cualquier otra que os plazca.